Julián Sánchez: «Espero que los lectores disfruten de una notable evolución en mi manera de escribir»

Roca Editorial acaba de publicar ‘El restaurador de arte‘, la segunda novela de Julián Sánchez protagonizada por Enrique Alonso, serie que comenzó con ‘El anticuario’.

En esta obra nuestro protagonista se ha trasladado a vivir a Nueva York. Su carrera de escritor en EE.UU. va bien y ha comenzado a trabajar también como guionista en Hollywood. Cuando recibe noticias de su ex, Bety, poco imagina que está a punto de embarcarse en otro misterio peligroso…

Esta es una entrevista a Sánchez realizada por la editorial sobre su nueva novela.

¿Cómo nació la idea del libro?
Surgió por casualidad, como resultado de un proceso inconsciente en el momento adecuado, cuando la información necesaria para desarrollar el argumento convergió simultáneamente en mi mente. Mi editora y yo llevábamos cierto tiempo considerando la posibilidad de realizar una nueva novela utilizando los protagonistas y el ambiente de ‘El anticuario’, cuando las piezas encajaron: una conferencia de Isabel Margarit sobre Misia Sert, mi atracción personal por la obra del pintor, la intriga, diversas lecturas sobre el París ocupado por los nazis, acabaron por encajar las unas con las otras.

¿Es este libro un homenaje a su ciudad de adopción San Sebastián igual que ‘El anticuario’ lo era a Barcelona?
Sin duda. El argumento básico me permitía ubicar la acción en cualquier lugar de mi elección, pero elegí San Sebastián por dos motivos: el primero, que se trata de un magnífico escenario visual muy poco explotado en la literatura, la ciudad en la que vivo y he aprendido a amar, y el segundo, mi deseo de proporcionar la mayor proyección internacional posible a la ciudad dentro de mis modestas posibilidades, especialmente teniendo en cuenta que será Capital de la Cultura Europea en 2016. ¿Puede haber algo más lógico que apoyar un evento semejante siendo, como soy, escritor?

¿Por qué José María Sert? ¿Considera que es un personaje poco defendido y casi olvidado en España?
Sert es un personaje sumamente peculiar, digno miembro de esa estirpe de artistas desmesurados dotados de una personalidad exuberante y poliédrica. Es evidente que se trata de un creador mayúsculo que realizó una obra descomunal. Sin embargo, coadyuvan dos causas por las que, creo, hoy en día es relativamente poco conocido: su obra, de enorme tamaño, es muy difícil de trasladar, por lo que realizar retrospectivas es inviable. Las exposiciones sobre su método de trabajo son forzosamente fragmentarias.

Por otra parte, su aproximación política al franquismo, aunque fuera por razones completamente personales y con un único fin, volver a pintar la obra cumbre de su vida, los lienzos de la catedral de Vic, incendiados en 1936, lo dejó fuera de juego de a intelectualidad y la crítica contemporáneas. A este peaje político creo que se debe fundamentalmente su olvido, completamente injusto, ya que no se debe olvidar que incluso fue juzgado y condenado a muerte en Burgos por los militares rebeldes cuando intentaba un acuerdo que le permitiera regresar a Vic.

Los protagonistas de ‘El restaurador de arte’ son los mismos que en ‘El anticuario’, ¿qué otras similitudes encontrará el lector en esta novela respecto a la anterior?
Espero que los lectores disfruten de una notable evolución en mi manera de escribir, mucho más depurada tanto en la técnica como en la estructura. En mis novelas suceden siempre muchísimos acontecimientos, y ha aprendido a que su discurrir sea tan natural que el lector sea llevado con fluidez por todas las historias que se van entretejiendo.

¿Cómo han evolucionado estos personajes después de tres años de la aventura de El anticuario?
Nadie mejor que los lectores deben apreciar su evolución. No diré más que esto: la vida sigue, y las experiencias de la vida nos van cambiando, a todos. A mí mismo, sin duda, ¡y también a mis personajes, por supuesto!

Utiliza diferentes planos temporales y espaciales, además de géneros (epistolar…) ¿le ha costado mucho afinar el engranaje?
No, todo fue muy natural. Según avanzaba en la escritura las piezas encajaban una tras otra, de una forma necesaria. Además, el empleo de la primera persona me resulta muy, muy cómodo, y la introducción de las cartas me proporcionaba la manera de encajar mejor la intriga y a los personajes.

Escribió la novela en tres meses, según confiesa al final del libro. ¿Cómo logró tamaña hazaña teniendo en cuenta las dificultades de la trama antes mencionadas?
No me quedó más remedio. El 15 de junio le mandé la idea a Blanca Rosa, pensando en escribir la novela para su publicación en 2014; la tercera novela de David Ossa ya estaba finalizada, pero Blanca Rosa pensó que sería más oportuno publicar antes ‘El restaurador’, siempre y cuando tuviera tiempo de escribirla, retrasando la nueva entrega de Ossa al 2014. Siendo mis obligaciones laborales lo primero, y con el escaso tiempo de que disponía, localicé la documentación y planifiqué el argumento de tal manera que, cuando llegaran mis vacaciones de agosto, pudiera sentarme a escribir diez horas diarias… Y así ocurrió. 300 horas a razón de página y media por hora dieron como resultado la novela. Después, un mes de repaso y correcciones hasta alcanzar su punto exacto. Fue un reto: demostrarme a mí mismo de qué era capaz. Al fin y al cabo, si Stephen King, puede hacerlo, ¿por qué no yo?


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