Juan Marchán: «Abrirse camino en la literatura es un propósito no apto para enfermos cardiovasculares o impacientes»

Juan Marchán es el autor de ‘Los lentos pasos que nos han traído hasta aquí’, en la que un joven que desapareció sin dejar rastro…, y en la que tres ingenuos estudiantes de Criminología están dispuestos a comerse el mundo…. Ua novela con unos misteriosos asesinos, que primero mataban para prosperar y luego para salvar el pellejo. Hemos charlado con el sobre la obra que ha publicado el editor Eugenio Cano y sobre su próxima novela, en la que está trabajando.

Qué encuentra el lector en ‘Los lentos pasos que nos han traído hasta aquí’?
Espero que encuentre, que haya encontrado, una historia conmovedora y al tiempo trepidante. Eso es lo que he tratado de transmitir. La vida, lo que nos atrapa sin remedio de ella, lo que nos hace llorar, sufrir, pero también reír y amar. El lado oscuro y misterioso de este viaje que estamos obligados a emprender, y que en la novela es una huida hacia la verdad. Todo esto es el núcleo de una intriga policiaca que va cogiendo velocidad según avanza, y que acaba por pisar a fondo el acelerador hasta precipitarse de lleno en la solución de un enigma durante años dormido y olvidado.

¿Qué quiere decir la frase “Érase otra vez el ser humano contra el ser humano” que encontramos en la solapa de la novela?
Desde el principio de los tiempos, quizás antes de que anduviéramos erguidos, el ser humano es el mayor y principal enemigo del ser humano. Como si no tuviéramos bastante con luchar contra los nada cómodos elementos externos, la naturaleza, la supervivencia ante la hostilidad del entorno. Siempre un ser humano detrás de cada esquina con las peores intenciones; es la historia de la Humanidad, solo hay que echarle un vistazo a ese devenir: el ser humano empeñado en acabar con el ser humano. Un absurdo empeño en el auto-exterminio, que ya nos advertía Hobbes en toda su crudeza hace cuatrocientos años. Una realidad que, por otro lado, viene muy bien a los autores de género negro, la inspiración está en la calle, en los telediarios, en los periódicos.

Nos encontramos ante una narración descontinua a lo largo de 72 años ¿Cómo se entrelaza la historia?
La historia está rota, como en una película de Alejandro González Iñárritu con guion de Guillermo Arriaga. Rota como si fuera de cristal y le hubieran atizado un martillazo seco. Rota como la vida de los personajes. Las primeras cien páginas están escritas con una literatura pausada, descriptiva, que se regocija de igual manera en la forma y en el fondo. Hay saltos a la España de la guerra, a los años setenta, a la actualidad. Y el planteamiento de cada una de estas historias es el cimiento de una sola trama que irá encajándose en las cien páginas restantes, cien páginas en las que la calma se convierte en vértigo. En una caída libre a través de un tobogán untado de aceite. Así hasta llegar a la 205, en la que se coloca la última pieza del puzle.

¿Qué papel juegan las diferentes generaciones que se presentan?
Es crucial el papel que a cada generación de la familia Ardiles, oriunda de Argentina, le toca jugar en la novela. La del abuelo José, Pepe El argentino –que fue el primero que llegó a España, un país en llamas, para volver a marcharse–, la del padre Calixto, la del hijo Trémulo –el centro de la intriga –. Los acontecimientos que envuelven a todos ellos van armando una historia en la que el lector a veces navega cómodo y en ocasiones lleno de dudas. Una historia que terminará por ir echando lastre en cada frase, por ir dejando las trampas para finalmente abrirse desnuda y en canal.

¿Por qué se dice de la obra que es una novela negra nada convencional?
Tal vez sea porque los investigadores de los hechos no son investigadores al uso, sino tres jóvenes estudiantes de criminología, inexpertos pero tocados por la varita de la intuición. Tal vez sea, también, por la estructura, por el lenguaje, por todo lo que se cuenta en torno a la historia central.

‘Los lentos pasos que nos han traído hasta aquí es tu primera novela ¿Pensabas que sería así?
Siempre soñé que mi primera novela sería algo así como ‘Cien años de soledad’. Nunca necesitaría escribir una línea más, o ya daría igual las que escribiera a partir de ese momento. Está claro que estaba a años luz de pensar que mi primera novela iba a ser lo que finalmente ha sido, pero estoy realmente feliz con el resultado, e inmensamente agradecido a quien me ha dado su confianza, entre los que destaco a Eugenio Cano, un editor de los de antes, que fue quien, después de leer otro manuscrito, me encargó el libro.

¿Cómo ha sido la travesía por el mundo literario?
Abrirse camino en la literatura es un propósito no apto para enfermos cardiovasculares o impacientes. Hay muchos filtros –antes de llegar a llamar la atención de un editor, tienes que haber encandilado a un agente literario, cuestión harto complicada, y más en un mundo en que das una patada a una piedra y salen doscientos escritores–, existe muy poco interés por los nuevos talentos y por la literatura con mayúsculas, todo el mundo parece ir a la caza de un best-seller multimillonario más que de un buen libro (hay ocasiones, cada vez menos, en que ambas realidades coinciden).

‘El baile de los planetas’ será tu segunda obra ¿Qué puedes avanzarnos de ella?
‘El baile de los planetas’ era un título provisional que al final he preferido cambiar por el que barajé en un primer momento: ‘Que no crezca la rosa‘. El protagonista es Adrián Masana, un hipocondríaco sin tregua ni remedio que cree morir a cada momento, aunque, lejos de ser el elegido, es su alrededor lo que se llena de inesperados cadáveres. Se trata de una reflexión acerca de la muerte, un examen que puede ser doloroso, turbador, espeluznante, pero también realmente divertido.

Por otra parte, en Amazon se encuentra ‘El último día de Pelayo Buñols’, que fue elegida entre las novelas finalistas del I Premio Internacional Mario Vargas Llosa de Novela Corta, fallado este año en Perú.


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