‘El guardián invisible’ da inicio a una trilogía con crímenes de leyenda

A orillas del río Baztán, en el norte de Navarra, han aparecido los cadáveres de dos adolescentes asesinadas y mutiladas. Todo apunta a un asesino en serie y nadie mejor que Amaia Salazar, inspectora de la Policía Foral instruida en el FBI, para llevar el caso. El malhechor imprime en sus crímenes la huella de la riquísima mitología del valle del Baztán, hasta el punto que Amaia y su equipo se verán, por momentos, enfangados en una nada racional tesitura: ¿pueden ser los crímenes objeto de un basajaun, una criatura de leyenda? El tiempo corre en contra de la inspectora. El sanguinario proyecto del asesino acaba de empezar. Aquellas dos son sólo las dos primeras víctimas.

Así comienza ‘El guardián invisible’, la novela de Dolores Redondo que se ha convertido en todo un éxito internacional antes de ponerse a la venta, y que puede adquirirse desde hoy en librerías de todo el país. Un thriller que mezcla con originalidad el realismo de una investigación policial con la magia de la mitología vasco-navarra, las detalladas descripciones de pruebas científicas forenses con una asfixiante atmósfera de leyenda, una trama alambicada y trepidante con una escritura lírica y evocadora. Una novela con una protagonista, la inspectora Salazar, emocionalmente compleja que la autora disecciona con afilado bisturí psicológico.

La inspectora de la Policía Foral de Navarra, Amaia Salazar
La inspectora de la Policía Foral de Navarra Amaia Salazar, protagonista de El guardián invisible, aúna las contundentes fragilidades de Clarice Starling y Lisbeth Salander. Una mujer dura, inteligente, decidida y perspicaz que vive angustiada por “una maternidad que no acababa de llegar. Una maternidad que le dolía… Una maternidad con la que quería compensar en otro ser humano, sangre de su sangre, la infancia feliz que ella no tuvo”.

Amaia sufre terrores nocturnos y necesita dormir con la luz encendida. Ni tan siquiera la persona que comparte su vida en Pamplona, su marido, un afamado escultor estadounidense, conoce el secreto de aquel trauma. Un terrible suceso de su niñez en Elizondo, la capital del valle del Baztán, donde regresará para investigar los asesinatos. Un regreso que tendrá en ella imprevisibles consecuencias.

Las únicas personas que conocen el secreto de Amaia son quienes la acogen en Elizondo, su tía y sus dos hermanas, Flora y Rosaura. La familia es propietaria de una las fábricas de dulces más antiguas de Navarra. La cruel y amargada Rosaura mayor es quien regenta el negocio. La víctima sus continuos y despiadados reproches es la frágil Rosaura. Ambas arrastran dos enfermizas y fracasadas relaciones sentimentales. Una claustrofóbica convivencia envenenada por el terrible acontecimiento que Amaia desesperadamente intenta olvidar. Volver al valle del Baztán abrirá “una pequeña grieta en la prisión de miedo y silencio con la que había construido barrotes de secretos pesares con los que contener al monstruo que venía a visitarla por las noches”.

En una intriga que acelera el pulso cardíaco del lector al pasar las páginas, las pistas del caso del asesino en serie quedarán envueltas por la tóxica nebulosa familiar de Amaia. ¿Estarán relacionadas?.

Con el personaje de Amaia, la autora explora la complejidad de los vínculos familiares y los límites del terror racional del que no podemos huir ni escondernos porque no es un monstruo bajo la cama sino una criatura que vive en nuestro interior.


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